La película “El Doctor” nos debe hacer reflexionar sobre
nuestra manera de actuar en un futuro no muy lejano, ya que para ejercer de
manera eficiente nuestra profesión no solo deberemos estar técnicamente
capacitados, sino que deberemos dominar y su vez exigirnos ciertas habilidades
sociales; trato con el paciente, comunicación,…
El Dr. Jack MacKee, un brillante cirujano, no cumple con
esta segunda premisa, tratando a los pacientes que tiene a su cargo de manera
poco profesional y no situándose en ningún momento en su lugar. Cierto es que
esto último no es sencillo, pero pese a que el médico en muchos casos no ha
estado en la misma situación del paciente y por tanto no ha sentido ni vivido
lo mismo, debe intentar comprender al paciente. Es decir, no tiene que tratar
la enfermedad simplemente, sino que debería preocuparse por él, en la medida de
lo posible, situarse en su lugar. Estamos ante un punto clave, en la relación
médico-paciente, como es la empatía.
La visión y manera de actuar del Dr. MacKee cambia cuando le
diagnostican un cáncer y pasa a ser paciente de su propio hospital. Pronto se
da cuenta de que es un paciente más y de que no recibe preferencia alguna,
hecho que sin duda le irrita mucho. Esta percepción se fundamenta mediante el
frío trato que recibe por parte de su médica y las largas esperas y
procedimientos de registro a los que se ve obligado. Es aquí donde podemos
destacar uno de los momentos más emotivos de la película, cuando el paciente
Jack MacKee y June están esperando a que les den la nueva identificación y
Jack se queja de que le hacen perder su valioso tiempo de cirujano,
reprochándole June que es a ella a la que verdaderamente le están haciendo
perder el tiempo ya que le queda muy poco de vida.
Ante esta situación el paciente MacKee comprende la gran
importancia que tiene la relación médico-paciente y lo beneficioso que es para
las dos partes una medicina asertiva frente a una medicina defensiva.
Es cierto que en la práctica real de la medicina, esta
actitud defensiva es generada por diversos factores: capacitación
insuficiente, falta o escasez de recursos (cuando se tienen que retrasar las
pruebas), contención de los gastos, miedo a la demanda del paciente por
negligencia y sobre todo el síndrome de burn-out o “agotamiento profesional”.
Los efectos de este último factor, que empobrecen la calidad de vida del
profesional que lo sufre e influye directamente en las personas que están a su
alrededor, que padecen su actitud apática y negativa, generando una
comunicación deficiente y poco asertiva, no solo se ponen de manifiesto con los
pacientes, sino en la propia familia MacKee.
La asertividad es por tanto otro de los puntos clave en la
relación médico-paciente. Mediante una adecuada comunicación con el paciente y
sus familiares, una actualización continua de los conocimientos, respeto sobre
los derechos de los pacientes y defensa de sus derechos como médico, se
conseguirá una actitud de seguridad, respeto y buena comunicación que
favorecerán la confianza del paciente y facilitarán la buena relación del
binomio.
Resumiendo, el profesional además de disponer de la
capacitación necesaria, debe establecer una comunicación asertiva y empática
con el paciente, de manera que le proporcione seguridad en sí mismo y a su vez
proporcione confianza y respaldo a un paciente que por su situación parte en
clara desventaja.
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