Jack, un importante cirujano que mantiene la necesidad de distanciarse emocionalmente de los pacientes, es diagnosticado de cáncer por una compañera que le trata con la misma frialdad que él trataba a sus pacientes. Ahora, en su rol de paciente, se tiene que enfrentar de repente a una enfermedad que le convierte en uno más dentro de su propio hospital. Será él quién padezca las exploraciones humillantes, el trato inhumano, el papeleo y las largas horas en la sala de espera. Es allí donde conoce a una joven paciente con un tumor cerebral incurable y con una gran vitalidad y fortaleza. El contacto con ella y todo el proceso de su enfermedad le hacen reflexionar y cambiar de actitud. Hasta el punto de comprender que un médico debe conocer primero el corazón antes de operar uno.
Quizás nosotros, aún estudiantes tengamos más en mente lo de “el trato humano” pero muchas veces lo que vemos en la práctica clínica diaria difiere mucho del ideal de atención médica. Es lastimoso ver como llega un paciente a la consulta y el médico junto al que estamos sentados ni siquiera levanta la mirada. Claro que, por lo general tampoco lo hace cuando nosotros pasamos. Nuestra obligación como médicos es tratar a los pacientes, lo mejor posible, poniendo todo nuestros conocimientos y elementos a su alcance, pero sin descuidar nunca ese lado humano que tan especial hace a esta profesión. No significa esto ser amigos de nuestros pacientes (o al menos no es lo que yo entiendo), sino dar un trato integral, entender que nadie es un órgano enfermo, una arteria obstruida o el número de una cama. Los problemas de salud de las personas van más allá de un simple problema bio-médico. Cuando damos un diagnóstico estamos causando un drama personal, pero también familiar y esto debemos tenerlo siempre presente.
En nuestro que hacer diario debemos incluir una serie de actitudes que no son teóricas ni están en los libros, sino que radican y son innatas en cada persona. Actitudes como el servicio a los demás, espíritu de ayuda, ser capaces de saber lo que los enfermos necesitan… ya que muchas veces no son los medicamentos la solución a sus problemas, sino palabras de ánimo, comprensión o simplemente un gesto de apoyo, alguien que pinte una línea verde al final del camino. No se trata de alcanzar con el paciente una implicación extrema, no se trata de sufrir con él al mismo nivel…sería un error, incluso tendremos casos donde la empatía con el paciente será difícil pero lo importante es ser conscientes de ello y hacer el esfuerzo de enmendarlo, usando todos nuestros recursos para conseguir dar buena atención a todos y cada uno de nuestros pacientes. LAURA ALONSO ROMERO
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