En mi opinión, se trata de una película que hace pensar en todas las cuestiones de la vida en general. Nos hace ver que, muchas veces, lo más importante no es el trabajo, si no cómo haces el trabajo, cómo lo desarrollas, con qué aptitud ante la vida. El protagonista de esta película cambia completamente su forma de ser, pasa de ser simplemente un “arreglamáquinas” a interesarse verdaderamente por la salud de sus enfermos, a tratarlos como personas y no como objetos. Es precisamente el sentirse un enfermo y ver la actitud que todos tienen con él, lo que le hace identificarse a sí mismo como un médico frío, un cirujano que se dedica a arreglar cuerpos sin pensar en los sentimientos de sus pacientes. El simple hecho de creer que por trabajar en el hospital iba ser tratado con preferencia le hace darse cuenta de lo mal que lo pasan los pacientes enfermos, y de la indiferencia que muchas veces muestran los médicos.
La amiga que conoce en las sesiones de quimioterapia y su actitud ante la vida juegan un papel fundamental en la vida de Jack, le hace darse cuenta de que está fallando en muchas cosas, de que la familia toma un papel relevante en la vida y le hace darse cuenta de lo importante que es ser conscientes de que los pacientes sufren para poder ayudarlos realmente.
Me llama la atención la actitud de la familia, la cual a pesar de estar acostumbrada a los desplantes del cirujano (llegar tarde siempre a casa, no tener tiempo para jugar con su hijo…) participa en su recuperación y juegan un papel importante a la hora de darle apoyo.
En cuanto a los compañeros de trabajo, se da cuenta de la frialdad de las recepcionistas, de sus compañeros, de su falta de empatía con los pacientes, de cómo se salvaguardaban las espaldas unos a otros…
Al estar realmente enfermo, se da cuenta de la frialdad con la que se suele tratar a los pacientes, de que actuaban como robots, sin importarle los sentimientos de las personas, hablando claro y sin delicadeza, sin tapujos, y sin pensar en lo mal que lo pasan a lo largo de la enfermedad. Jack lo sintió en sus propias carnes a lo largo de la película, cuando le dan el diagnóstico, cuando se niega a ir en silla de ruedas, cuando tiene que esperar la cola de la sala de quimioterapia para que le atiendan, cuando la doctora llegaba tarde a las sesiones…. Son cosas que él hacía todos los días, y hasta que no lo vivió realmente en él, no pudo ser consciente.
En definitiva, me parece una película que llama a la vida, a tomar una actitud positiva y a ser conscientes de los sentimientos de los demás, a no decaer en esto en nuestra futura profesión y a ser buenos médicos, pero sobretodo, buenas personas. Te hace darte cuenta de que no puedes centrarte solo en tu trabajo profesional, sino que también tienes que centrarte en tu familia y en tus amigos y dedicar tiempo a lo que realmente te hace feliz. Es una película que te hace reflexionar y que no estaría mal volver a verla dentro de unos años y poder comparar lo que somos ahora y lo que seremos. Mª Carmen Álamo de la Gala
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