La película trata de mostrar la diferencia entre una mala y una buena praxis, llegando más allá de lo que al aspecto técnico de la medicina se refiere, y valorando un aspecto hoy día cada vez más olvidado como es el aspecto humano, por el carácter tecnificado y burocrático de la medicina actual. No es más que el reflejo de tantos y tantos profesionales médicos que hoy día han perdido el concepto de la persona enferma a la que deben ayudar y servir, y que solo ven la propia enfermedad, un riñón enfermo, una arteria que anastomosar….etc, obviando la persona que hay detrás. Una buena idea la de convertir al médico en paciente. Además, como paciente, enfrentándose con el sistema de salud que expropia el cuerpo. Solamente viviendo el proceso de atención médica se pudo dar cuenta del abuso de poder con que se trabaja en la medicina en general, en la que no importan los sentimientos internos de una persona, da igual sus pensamientos y emociones, sino que al médico solo le interesa el llegar a un diagnóstico y consecuentemente a un tratamiento, pasando a un lugar poco o nada importante valores tan a tener en cuenta como la dignidad y el respeto al paciente.
El profesional de la medicina no puede olvidar jamás que lo que tiene en frente suya es una persona, con una determinada patología, pero una persona al fin y al cabo, que lleva consigo el sufrimiento y la preocupación de sus familiares, amigos, pareja…, por lo que debe tener más presente en su ejercicio diario el concepto de “la persona”, entendido desde el más amplio sentido, ya que si el propósito del profesional médico es el alivio del sufrimiento y si es posible la curación de la patología, deben abordarse todos y cada uno de los aspectos que influyen en un paciente, incluyendo los personales. No existe enfermedad, sino enfermo, no un hígado cirrótico, sino un paciente con hígado cirrótico. Un médico no puede dejar de recordar el poder que tiene la palabra y los actos. Un paciente necesita no solo un buen médico que le resuelva el problema poniendo sobre la mesa todos sus conocimientos adquiridos a lo largo de su formación profesional, sino que también necesita ser escuchado, ser valorado, sentirse comprendido y respetado, sin vulnerarse los más básicos derechos del ser humano, sin sentirse por momentos “una rata de laboratorio” tal y como he escuchado en más de una ocasión en boca de los propios pacientes. Los pacientes no son simples números de habitación a los que hay que conseguir resolver su proceso patológico lo más rápido posible para que pueda pasar el siguiente como si de un mercado se tratara, sino que poseen sentimientos, sensaciones, deseos y sueños por cumplir, inquietudes y preocupaciones propias y ajenas, miedos ante la incertidumbre de su enfermedad y sus repercusiones, no solo del propio paciente, sino del entorno que lleva consigo ese paciente y que sufre como suya la enfermedad.
En mi modesta opinión, un médico debe comportarse con sus pacientes como desearía que se comportaran con él, ya que no podemos olvidar que algún día y por desgracia, todos seremos pacientes, que todos estaremos situados en algún momento de nuestra vida en la posición contraria a la que nos situamos día a día. En la película, se nos ofrece una cura de humildad que debería ser obligatoria en todas las facultades de medicina y de otros sectores sanitarios el mundo. En esos momentos en los que la persona más vulnerable se siente, cuando necesita que le expliquen de forma clara las cosas, que tengan paciencia… se estrella contra el sistema sanitario que está acomodado en la rutina de hacer lo mínimo o que lo único que pretende es hacer caja como ocurre en el caso de otros países tales como EEUU. La película es el claro ejemplo de lo que toda persona que ha pasado por las manos del sistema sanitario ha sufrido y padecido: un médico que se cree omnipotente, que se cree estar en posesión de la verdad absoluta por el simple hecho del título que posee, que trata a sus pacientes como simples números de historia clínica, que ni siquiera hace el intento de escucharlos, que no le importa más que su propio éxito profesional y su currículum, que nunca fue amable ni le encuentra el más mínimo sentido a los modales y que algún día deberá ver las cosas desde el lado opuesto al que está acostumbrado a ocupar en su vida diaria. Por tanto, y para concluir, el objetivo fundamental que persigue la película es hacer ver a todo profesional de la medicina la importancia del abordaje del paciente como PERSONA y no con la frialdad de un simple número, atendiendo a todas sus necesidades que como tal presenta. Ignacio Jimenez
No hay comentarios:
Publicar un comentario