Se trata de una película bastante interesante que me hace pensar que el protagonista, Dr. Mac Kee, tiene una forma de ser muy similar a muchos cirujanos que he conocido durante mis años de estudiante de medicina.Este tipo de especialidad nunca me ha atraído, quizás por culpa de la existencia de este prototipo de cirujanos que se refleja en la película.
La cirugía te puede hacer pensar que trabajas con máquinas y no con seres humanos, y te lleva hasta el punto de querer evitar cualquier contacto con el paciente que no sea el acto quirúrgico.Puede convertirse en una profesión mecánica si uno no intenta buscar el lado humano del acto. El Dr. Mac Kee refleja una personalidad elitista, soberbia y un poco descarada. Vemos que existe una clara jerarquía entre los propios médicos, esto hace que nuestro protagonista se sitúe en lo más alto y se encargue de minusvalorar cualquier otra especialidad, que según él, es inferior a su profesión.
Lo complicado de la película llega cuando nuestro cirujano invencible pasa a tomar el rol de enfermo tras ser diagnosticado de cáncer de laringe. Transcurren días hasta que se da cuenta de que no es capaz de vencer sólo la enfermedad, de que necesita pedir ayuda. Le cuesta admitir que es un enfermo más del sistema sanitario estadounidense y que no va a ser tratado de manera especial por ser cirujano de ese hospital.
A partir de ese momento comienza a convivir con los enfermos, a ser un uno más en una lista de espera y a tener que soportar el mal carácter de algunos médicos, en los que él mismo se ve reflejado. Este tipo de trato al paciente nos hace ver que muchas veces el ser humano necesita experimentar las cosas para sentirlas, no basta con tener una experiencia de alguien cercano. El médico debe conectar con el paciente, experimentar su enfermedad y saber tratarlo lo mejor posible.
El Dr. Mac Kee consigue conectar con los pacientes, aunque un poco tarde. Atrás ha dejado a unos residentes en formación que les ha transmitido esa frialdad y el poco sentimiento con el que se dirigía a sus pacientes. El protagonista intenta volver a enseñarles qué es ser pacientes y como tratarlos correctamente.
Pero, ¿después de tantos años creciendo como cirujanos inaccesibles al paciente, conseguirá el Dr. Mac kee que pasen por la metamorfosis que él sufrió? Yo lo veo difícil. Él intentará vestirlos de enfermos y les asignará una enfermedad imaginaria a cada uno, pero necesitarán algo más que batas y camas de enfermos para cambiar su relación con el paciente.
Yo aportaría un final diferente, un desenlace que hubiera tenido más impacto y quizás con más facilidad para ablandar la forma de ser de todos esos cirujanos de la película. Si el cáncer hubiera podido con nuestro protagonista y lo hubiera conducido hasta la muerte, su enseñanza perduraría en el tiempo. Es un final más dramático, pero más real, más efectivo. Ya que con los años nuestro cirujano puede caer de nuevo en la rutina y volver a esa manera de ser fría, que lo ha caracterizado toda su vida. No debemos olvidar que el ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Clara.
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