El médico empieza a curar con la relación con su paciente


Se trata de una película centrada en el mundo sanitario de la relación médico-paciente. En este caso adquiere la peculiar característica de ser el paciente un médico propiamente dicho.

De esta manera, la película nos presenta en un comienzo a un exitoso cirujano capaz de realizar intervenciones muy complicadas con grandes resultados. Nos presenta a un profesional con unas inmejorables dotes en la cirugía pero con una falta de interés total por sus pacientes. Es decir, más preocupado por su éxito profesional y la admiración de sus compañeros que por la salud de sus pacientes.

Así, nos muestra a una persona con un ego tremendo, que parece estar por encima del bien y del mal pero despreocupado de toda relación social, incluso con su familia (mujer e hijo).
Poco a poco el doctor McKee irá viendo como un simple carraspeo inicial va empeorando hasta la hemoptisis. Se ve obligado a consultar y ante el diagnóstico de cáncer, decide ponerse en manos de otra profesional de gran éxito y fama en la cirugía. A partir de aquí, veremos a un médico convertido en paciente que sufre el sistema sanitario como cualquier otra persona, y lo que es más importante, vive a través de su médico el propio reflejo de su actuación profesional. Conocerá a una mujer con un cáncer no detectado por una negligencia sanitaria pero que le hará ver y darse cuenta más aun de la forma de actuar de ciertos médicos.

Podemos decir que el propio Jack se irá humanizando a lo largo de la película, hasta tal punto de abandonar a la cirujana de éxito y preferir a otro compañero (previamente burlado hasta por él mismo) con un trato mucho más cercano y empático. Asimismo, su relación familiar también se verá reforzada a través de todas estas vivencias.

Para finalizar veremos cómo al volver al trabajo, su actitud cambia totalmente en su labor, cómo su manera de enseñar a sus residentes toma un giro de 180º y la preocupación por sus pacientes va más allá de operar y arreglar. El ejemplo es una herramienta muy poderosa.
La película es muy interesante y conlleva una reflexión clara. Es decir, la tan veces repetida deshumanización de la medicina ante la constante tecnificación de la misma. Creo que no deben ser incompatibles ambas características y no debemos pensar que eso es idealizar la medicina o que actualmente nos vemos obligados a realizar una medicina tan defensiva que es imposible.

El médico empieza a curar con la relación con su paciente, por tanto, nunca deberíamos desaprovechar esta herramienta tan fácil de poner en práctica y no siempre utilizada.
Me gustaría resaltar ahora que estamos a pocos meses de convertirnos en médicos, que conviene recordar que el médico trata a enfermos y no enfermedades. Que es necesario ser persona antes que médico, pues antes fuimos lo primero. Que hoy en día son muy importantes las habilidades en comunicación, empatía y amabilidad en el trato para llegar a tener una completa satisfacción profesional. Saber escuchar y comprender, no solamente preguntar y dar respuestas preestablecidas. Que no sólo existe la medicina, debemos cuidar las relaciones familiares y las amistades, disfrutar del tiempo libre y de las aficiones. Y sobre todo, ser compañeros entre nosotros, no ser envidiosos ni avivar la competencia desleal.

En la medicina son necesarias las aptitudes adquiridas por los conocimientos estudiados, pero también las actitudes adecuadas. No solamente hay que poner el cerebro, también el corazón.

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