La película me ha hecho reflexionar y tener aun más claro lo que siempre he pensado sobre la importancia del buen trato al paciente…
Aunque sea ficción no es nada totalmente alejado de la realidad, si bien es verdad que muchos profesionales tienen una actitud ejemplar, no pocos actúan de forma inadecuada sacando a relucir una prepotencia y una despersonalización que debería ser incompatible con el ejercicio de la medicina…
Debemos tener en cuenta que el paciente es alguien que con sus circunstancias su pensamientos, su cultura, sus principio y su estructura vital, que se ve alterada y nos pide que nosotros gracias a nuestros conocimientos pongamos todo de nuestra parte para ayudarle, con esto quiero decir que el paciente confía en nosotros y lo último que debemos hacer es tirar por el suelo esa confianza tratándolo como a un número o como a una parte de su cuerpo que está enferma…
Hemos de tener en cuenta que lo importante en la consulta no somos nosotros los médicos, lo importante en la consulta es el paciente, eso nunca se nos puede olvidar, nosotros estamos ahí por y para él. Pero esta despersonalización o trato a distinta altura no es solo algo exclusivo de los médicos, son muchas las personas que creen que por su posición social o laboral están por encima de los demás, típica imagen, desgraciadamente, de algunos profesores que sacan a la luz una falsa superioridad sobre el alumno y le dan un trato lejano y a veces despectivo.
El problema seguramente sea de base, de educación, de no tener claro que todos somos iguales y nadie es superior a nadie, es absolutamente reprochable creerse superior a quien necesita nuestra ayuda, y no solo porque un día necesitaremos la ayuda de alguien, si no por principios, por humanidad, por amor…
Simplemente intentemos tratar a los demás de una forma correcta, sana y humana y esto no es nada relacionado con la medicina, es algo vital; el respeto, la humildad y el volcarse con los demás es de lo más necesitado en este mundo loco en el que cada uno va corriendo sin mirar alrededor, simplemente miramos a nosotros mismos, a nuestros pies y lo peor de todo es que después nos extraña que tropecemos/estemos tropezando una y otra vez…
Fran Carballido
Aunque sea ficción no es nada totalmente alejado de la realidad, si bien es verdad que muchos profesionales tienen una actitud ejemplar, no pocos actúan de forma inadecuada sacando a relucir una prepotencia y una despersonalización que debería ser incompatible con el ejercicio de la medicina…
Debemos tener en cuenta que el paciente es alguien que con sus circunstancias su pensamientos, su cultura, sus principio y su estructura vital, que se ve alterada y nos pide que nosotros gracias a nuestros conocimientos pongamos todo de nuestra parte para ayudarle, con esto quiero decir que el paciente confía en nosotros y lo último que debemos hacer es tirar por el suelo esa confianza tratándolo como a un número o como a una parte de su cuerpo que está enferma…
Hemos de tener en cuenta que lo importante en la consulta no somos nosotros los médicos, lo importante en la consulta es el paciente, eso nunca se nos puede olvidar, nosotros estamos ahí por y para él. Pero esta despersonalización o trato a distinta altura no es solo algo exclusivo de los médicos, son muchas las personas que creen que por su posición social o laboral están por encima de los demás, típica imagen, desgraciadamente, de algunos profesores que sacan a la luz una falsa superioridad sobre el alumno y le dan un trato lejano y a veces despectivo.
El problema seguramente sea de base, de educación, de no tener claro que todos somos iguales y nadie es superior a nadie, es absolutamente reprochable creerse superior a quien necesita nuestra ayuda, y no solo porque un día necesitaremos la ayuda de alguien, si no por principios, por humanidad, por amor…
Simplemente intentemos tratar a los demás de una forma correcta, sana y humana y esto no es nada relacionado con la medicina, es algo vital; el respeto, la humildad y el volcarse con los demás es de lo más necesitado en este mundo loco en el que cada uno va corriendo sin mirar alrededor, simplemente miramos a nosotros mismos, a nuestros pies y lo peor de todo es que después nos extraña que tropecemos/estemos tropezando una y otra vez…
Fran Carballido